MALLORCA Y LAS BALEARES
Palacio de la Almudaina, Palma de Mallorca. Esta ciudadela del S.XI, era el lugar de residencia de los walies árabes en la isla.
Mallorca se constituyó como un territorio más de la Corona bajo el nombre de «Regnum Maioricarum et insulae adyacentes», obtuvo una carta de franquicia en 1230 y la institución en 1249 del municipio de Mallorca contribuyó a la institucionalización del reino. La conquista supuso acabar con la piratería islámica en las Baleares, que se constituían en puente para el comercio entre Cataluña y el norte de África. Los participantes recibieron donaciones en la isla, en particular la nobleza, lo que fortaleció su poder político y social.
“I l’altre dia, a l’hora de vespres, enviàrem a dir al rei i a rais Abufamalet, per tal que els cristians sabessin que València era nostra, i no els fessin cap mal, que poséssim la nostra senyera a la torre que ara és del Temple. I ells digueren que els plaïa. I nós fórem entre la rambla i el real i la torre. I, quan veiérem la nostra senyera dalt la torre, descavalcàrem del cavall i ens adreçàrem vers orient i ploràrem dels nostres ulls i besàrem la terra per la gran mercè que Déu ens havia fet.”
Fragment del “Llibre dels fets” (paràgraf 282).
La conquista de Valencia, auténtica obsesión para Jaime I, cuyas energías absorbió durante quince años, se preparó minuciosamente dada su trascendencia, una vez ocupada Mallorca y alejado el peligro musulmán del Mediterráneo. A pesar de los iniciales fracasos y del interés de los caballeros de frontera por beneficiarse para sí de estas conquistas, Jaime I no se inhibió de la empresa cuando Blasco de Alagón se apoderó de Morella en 1232 y fue un peligro para el fortalecimiento de la nobleza. En 1233 en Alcañiz se planificó la campaña, desarrollada en tres etapas: la primera dirigida a las tierras de Castellón, con la toma de Burriana en 1233 y otros enclaves, como Peñíscola; la segunda abarca la zona central con la conquista de Valencia (1238) y las tierras llanas hasta el Júcar, para lo cual las Cortes generales de Monzón de 1236 concedieron la ayuda necesaria y el Papa Gregorio IX dio a la empresa el carácter de cruzada. El Puig se tomó en agosto de 1237, fracasando una escuadra enviada por el rey de Túnez en auxilio de Valencia, firmándose unas capitulaciones el 28 de septiembre y entrando el rey en la ciudad el 9 de octubre; la tercera fase abarca desde 1243 a 1245 llegándose a los límites estipulados para la conquista entre Aragón y Castilla en el tratado de Almizrra en 1244, firmado entre Jaime I y el infante Alfonso para delimitar las áreas de reconquista de las Coronas de Castilla y Aragón. Las tierras al sur de la línea Biar-Vila Joiosa quedaron reservadas para Castilla, incorporándose al reino de Valencia por Jaime II tras la sentencia arbitral de Torrellas (1304) y Elche (1305).Jaime I obtuvo un gran triunfo sobre la nobleza, que consideraba las tierras conquistadas en Valencia como una prolongación de sus señoríos, al convertirlo en un reino propio (1239), formando una entidad político-jurídica propia unida dinásticamente a la Corona de Aragón, hecho que provocó la airada reacción de la nobleza aragonesa, que veía cercenadas sus posibilidades de hacer de las tierras valencianas una prolongación de sus señoríos aragoneses. El reino fue repoblado por catalanes y aragoneses, aunque durante mucho tiempo la población musulmana siguió siendo mayoritaria. La falta de respeto por los cristianos de los pactos y capitulaciones firmados con los mudéjares llevó a la sublevación de al-Azraq en 1247.
"I nós, que ens en tornàvem amb els homes, ens giràrem contra la vila a esguardar els sarraïns, que hi havia la companyia gran defora; i un ballester ens tirà, i de l'altra part del capell de sol i del batut ens donà al cap amb el cairell, prop del front. I, Déu que ho volgué, no traspassà el crani, i la punta de la sageta ens eixí ben bé a la meitat de la testa. I nós, amb la ira que en tinguérem, donàrem talment amb la mà a la sageta, que la trencàrem; i ens eixia la sang per la cara avall, i amb el mantell de sendat que nós dúiem ens torcàvem la sang, i veníem rient per tal que la host no se'n descoratgés. I ens n'entràrem en un real en què nós posàvem, i ens engrossà tota la cara i els ulls, talment que de l'ull de la part en què nos érem ferit no hi poguérem veure per quatre o cinc dies. I, quan la cara ens fou desinflada, cavalcàrem per tota la host, per tal que la gent no fos tota desconhortada."
Fragment del "Llibre dels fets" (paràgraf 266)
Himno de Valencia a los pies de la estatua de Jaime I celebrando el día 9 de octubre.
http://www.youtube.com/watch?v=Wo-sbGoYte0
LIMITACIONES DE LA EXPANSIÓN
LA CRUZADA
«E nos que erem en Ualencia uench nos Jacme Alarich ab los tartres e altre missatge de Grecia quey, hauia, e dixeren nos de part del gran Cha qui era Rey dels tartres, que ell hauia cor e uolentat dajudar nos, e que uenguessem a Alayas o en altre loch, e que ell exiria a nos, e per sa terra trobariem ço que mester hauriem, e aixi poriem ab ells ensemps conquerir lo Sepulcre: e deya que ell nos bastaria de geyns, ens bastaria de conduyt: e dix nos laltre missatge de Palialogo emperador dels grechs que ell nos enuiaria per mar conduyt.»
el paràgraf 482 del Llibre dels Fets
En el text de dalt podem llegir com, estant el rei Jaume a València cap a la fi del 1268 o principis del 1269, rebé un missatge del gran khan, rei dels tàrtars. Aquest i l’emperador bizantí Miquel VIII Paleòleg li oferien la seua ajuda per iniciar una croada conjunta contra els turcs de Terra Santa i alliberar el Sant Sepulcre.El projecte tirà endavant i el 4 de setembre del 1269 un estol de més de 30 naus i més de 2.500 homes (almogàvers, hospitalers i templers inclosos) salparen del port de Barcelona. La croada, però, fou un fracàs total, ja que una tempesta malmeté i dispersà la flota, obligant la galera reial a tornar a terra. Finalment, de totes les naus que havien iniciat l’empresa, només onze, dirigides per Ferran Sanxís de Castre i Pere Ferrandis, fills naturals del Conqueridor, aconseguiren arribar a Sant Joan d’Acre.
El espíritu cruzado de Jaime I, le llevó a emprender una expedición a Tierra Santa, como resultado de la embajada tártara que recibió mientras estaba en Toledo en la Navidad de 1268 para asistir a la primera misa de su hijo el infante Sancho, arzobispo de la ciudad. Los tártaros, enemigos de los turcos, ofrecían unir su ayuda a la del emperador bizantino en la expedición a Tierra Santa que desde hacía tiempo Jaime I proyectaba. Castillo de Monzón (Huesca). En este lugar se educó Jaime I hasta los nueve años bajo la tutela de la Orden del Temple, que siempre apoyó los proyectos del monarca. El 4 de septiembre de 1269 zarpó de Barcelona una flota de 30 naves gruesas y algunas galeras, con ochocientos hombres escogidos, almogávares, los maestres del Temple y del Hospital, y los infantes Fernán Sánchez y Pedro Hernández. La empresa fue un fracaso total, pues una tempestad obligó a la flota a refugiarse en Aigües-Mortes, cerca de Montpellier, donde desembarcó el rey, que regresó por tierra a Cataluña, olvidándose de la empresa, lo que hizo de manera definitiva en el concilio de Lyón de 1274. Las razones del abandono nunca estuvieron claras y la mayoría de los historiadores apelan a la edad del monarca, con sesenta años, y, sobre todo, al deseo de estar junto a Berenguela Alfonso, con quien tenía relaciones amorosas.En 1274 asistió al concilio de Lyon reunido por Gregorio X, en su deseo de ser coronado por el Papa, pero este le exigió a cambio la ratificación del feudo y tributo que Pedro II había ofrecido dar a la Iglesia, por lo que no hubo acuerdo.