viernes, 18 de abril de 2008

INFANCIA y JUVENTUD de Jaime I

INFANCIA
La infancia de Jaime I fue muy difícil, porque su padre abandonó a la reina María y también al propio Jaime, envuelto en la vorágine de las guerras en el Midi francés, donde Pedro II halló la muerte en la batalla de Muret (1213), quedando el infante en manos de su enemigo Simón de Montfort, a cuya hija había sido prometido. Ese año falleció la reina María en Roma. Fueron años difíciles, pues ya de niño Jaime sufrió un atentado en la cuna. Su reinado se inició con una minoría bajo la protección especial del Papa Inocencio III, que hizo que en 1214 Simón de Montfort devolviera al rey-niño, permaneciendo desde 1215 en Monzón, confiado a la orden del Temple, según las disposiciones de la reina María. Un consejo de regencia, integrado por aragoneses y catalanes y presidido por el conde Sancho Raimúndez, hijo de Ramón Berenguer IV y tío abuelo de Jaime, gestionaba los asuntos públicos durante esos primeros años.

Seria amenaza para el joven monarca fue el nuevo Papa Honorio III, sucesor de Inocencio, defensor de Simón de Monfort (quien lo retuvo en Carcassone), que replicó los intentos de los aragoneses de vengar la muerte del rey Pedro. Esta situación fue aprovechada por el abad de Montearagón Fernando, tío del rey, para oponerse al regente don Sancho y obligar a la reunión de la curia real en Monzón en 1218, concluyendo la regencia del conde por la presión del bando contrario en el que figuraban los nobles aragoneses Jimeno Cornel, Pedro de Ahones y Blasco de Maza, que luego participaron activamente en los enfrentamientos de la nobleza y la monarquía.

En 1219 inició su andadura un nuevo consejo encabezado por el arzobispo de Tarragona, periodo que se puede considerar finalizado con la boda de Jaime con Leonor de Castilla, hija de Alfonso VIII, cuando apenas tenía 13 años, en 1221. Ese año se celebraron Cortes en Daroca, a las que asistieron para prestar homenaje al rey el conde de Urgell y el vizconde de Cabrera. La pugna nobleza-monarquía se recrudeció durante los primeros años del monarca, alternando las estériles luchas nobiliarias, la bancarrota financiera heredada de su padre, los problemas derivados de la sucesión en el condado de Urgell y el enfrentamiento con los Montcada y los Cabrera, y la rebelión de los ricos-hombres aragoneses tras la muerte de Pedro de Ahones en 1226.La habilidad de Jaime I le permitió crear márgenes de actuación relativamente holgados, utilizando para ello la empresa reconquistadora contra el Islam. Se trataba de un proceso mucho más amplio, inscrito en el marco global de la política de los reinos cristianos peninsulares. A partir de 1212 y a raíz de la batalla de las Navas de Tolosa se produjo el hundimiento y la fragmentación del poder almohade en al-Andalus, que propició en las décadas siguientes el avance de las fronteras de los reinos cristianos hacia el sur, y así, mientras Portugal llegaba al Algarve en 1249, Fernando III de Castilla conquistaba Sevilla (1248) y Jaime I el castillo y villa de Biar (1245), dando por finalizada la conquista de las tierras valencianas.


En las Cortes de Tortosa de 1225 se proclamó la necesidad de emprender la reconquista contra el Islam, que se inició con el fracaso del sitio sobre Peñíscola, al no contar con la colaboración de los caballeros aragoneses. Pero no por ello cejó en su empeño de ir contra Valencia y en 1226 planeó una nueva expedición, partiendo de Teruel, que no llegó a realizarse por el fracaso de la convocatoria, aunque el rey de Aragón obtuvo de Zayd Abu Zayd el pago de un quinto de sus rentas de Valencia y Murcia a cambio de la paz. El viejo sistema de las parias seguía teniendo plena vigencia. La violación de la paz por su vasallo Pedro de Ahones se saldó con su muerte y una guerra civil en Aragón. La fidelidad y ayuda del noble Blasco de Alagón fue compensada por Jaime I en 1226 con la concesión de todos los lugares y castillos que pudiera conquistar en territorio musulmán valenciano, hecho que años después tendría importantes consecuencias. En 1227, la intervención papal a través del arzobispo de Tortosa permitió firmar la Concordia de Alcalá, que procuraba una paz entre el rey y sus aliados, por un lado, y las facciones de los barones por otro, lo que dejó la puerta abierta a las grandes empresas conquistadores de Jaime I. En el condado de Urgel el rey de Aragón restableció en su condado a Aurembiaix de Urgel, bastando una campaña para apoderarse de sus territorios, que ella traspasó a Jaime I. Este, a su vez, se los devolvió en feudo.Por entonces se produjo la descomposición política del Sharq al-Andalus y en 1228 Ibn Hud se proclamó emir de los musulmanes en Murcia, siendo reconocido por los arraeces de Alzira, Xàtiva y Denia, territorios que perdió Zayd Abu Zayd, cuyo dominio llegaba hasta el Júcar. La sublevación de Zayyan de Onda llevó a la guerra civil entre ambos, ocupando Zayyan Valencia y refugiándose Zayd en Segorbe y pidiendo la ayuda de Pedro Fernández de Azagra, a cambio de la cual entregó Bejís (1229) y quizá la cuenca del alto Turia. Zayt busca la ayuda de Jaime I y el 20 de abril de 1229 firmó en Calatayud un acuerdo por el que se declaró vasallo del rey de Aragón, le ofreció la cuarta parte de las rentas del territorio perdido y la donación de Peñíscola, Morella, Alpuente, Culla y Segorbe, a cambio de ayuda militar y la entrega de los castillos de Ademuz y Castielfabib.


ESCRITOS QUE RECUERDAN SU VIDA
1.Jaime I vivió un eclipse.

«El rey Jaime I el Conquistador entró en la ciudad de Montpellier el jueves 2 de junio de 1239 y al día siguiente, viernes, entre mediodía y la hora nona el rey anotó que el Sol estaba eclipsado y la gente no recordaba haber visto nada igual porque estaba cubierto totalmente por la Luna y el día era tan oscuro que se podían ver estrellas en el cielo».
Zurita en Anales de la Corona de Aragón.
Habla del eclipse del 3 de junio de 1239 en Montpellier.
Ver un eclipse




2. Documentos históricos que nos narran más acontecimientos de su vida.